Las principales intervenciones en presencia de niveles anormales de lípidos para reducir el riesgo de ECV son las reducciones del colesterol total y del colesterol de lipoproteínas de baja densidad (LDL).
Sin embargo, todos los estudios (clínicos y de supervivencia) han demostrado que cuando los niveles elevados de colesterol total y LDL se reducen con fármacos hipolipemiantes, la mortalidad cardiovascular y la mortalidad total se reducen entre un 30% y un 40%.

Esto significa que la mayoría de los pacientes, a pesar de recibir la mejor atención médica disponible, todavía tienen un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares (ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares).
Actualmente, los niveles elevados de triglicéridos plasmáticos son un factor de riesgo independiente de enfermedades cardiovasculares, como lo demuestra una amplia gama de publicaciones que describen este fenómeno.